VESSELIN TOPALOV, AJEDRECISTA
Escrito el 05/06/05 at 23:10:28 GMT-06:00 por Admin
AnunciosVESSELIN TOPALOV, AJEDRECISTA
«En el ajedrez no hay perdón, estás obligado a
ser cruel»
«Ninguno de nosotros va a poder hacer lo que ha
hecho Kasparov, pero la edad le pesa. Es cuestión
de tiempo ver cuanto aguanta», dice el número 3
del mundo
CORTESIA JON AGIRIANO/ENVIADO ESPECIAL. LINARES
CORREO DIGITAL

LA FICHA
Nacimiento: Ruse (Bulgaria)

Edad: 29 años

Ranking mundial: 3

Puntos Elo: 2.757

Años como Gran Maestro: 12

Residencia: Salamanca

Títulos: campeón del mundo sub 14 en 1991

Aficiones: deporte, cine y música

idiomas: habla búlgaro, ruso, inglés, español y
serbo-croata



EN LINARES. Topalov disputa estos días el gran
torneo de la ciudad jienense. / FOTOS: BERNARDO
CORRAL


«Hoy por hoy, el título mundial es algo puramente
comercial»
Entre finales de febrero y comienzos de marzo,
Vesselin Topalov es una presencia obligada, casi
familiar, en el hotel Aníbal de Linares. Siempre
acompañado de su entrenador, consejero y manager
Silvio Danailov, el ajedrecista búlgaro, número 3
del ranking mundial, es un fijo en el torneo de
ajedrez más importante del mundo. Nunca ha ganado
en Linares, pero Topalov no ceja en el empeño y
quizás en esta edición -marcha segundo por detrás
de Kasparov- logre por fin su objetivo. Sea como
fuere, con él está garantizado el disfrute de los
aficionados, que siempre han valorado su espíritu
combativo y su inconformismo de aventurero cada
vez que se sienta delante de un tablero.

Natural de Ruse, una ciudad a orillas del
Danubio, en la frontera entre Bulgaria y Rumania,
Topalov es, a sus 29 años -cumple 30 el día 15-, un
ejemplo de profesionalidad. Cercano y accesible,
atiende a los periodistas con una sonrisa. Frente a
las rarezas y reacciones a veces desabridas o
lunáticas de otros grandes campeones, este
salmantino de adopción es un tipo sencillo y natural, con
un fulgor de inteligencia en la mirada, que vive
el ajedrez de una forma saludable; como un
placer, no como una obsesión.

Lo cierto es que a Vesselin Topalov nunca ha
dejado de entusiasmarle, como si fuera un cofre de
tesoros infinitos, el juego que su abuelo Giorgy le
enseñó a los siete años. Recuerda cómo esperaba
cada día a que su padre regresara a casa después
del trabajo para retarle a una partida. Y recuerda
cómo, cansado de su acecho, el buen hombre,
contable en una fábrica de Ruse, pidió a su mujer que,
por favor, apuntara a aquel niño incansable en un
club de ajedrez. Allí comenzó el camino de
Topalov, que hoy en día es un ídolo nacional en su
país, donde sus grandes 'matches' contra Karpov,
Kasparov y Anand fueron televisados en horario de
máxima audiencia por el primer canal de la
televisión pública. Sus primeros éxitos llegaron a partir
de los 10 años. A los 14, de la mano del gran
maestro Petko Atanasov, un hombre clave en su
formación, se proclamó en Puerto Rico campeón del mundo
de su categoría. Dos años después, sin embargo,
Topalov se encontraba en una encrucijada. Era el
1.500 del mundo y Atanasov le había abandonado.
Fue entonces cuando se encontró por casualidad con
el ajedrecista Silvio Danailov en las oficinas de
la Federación Búlgara. «A ver si me consigues
algún torneo en España», le dijo, medio en broma
medio en serio. Para su sorpresa, Silvio le llamó.Y
allí comenzó todo.

-La carrera que le ha llevado a la élite mundial
del ajedrez la inició usted en 1992 con un viaje
a España que le cambió la vida. ¿Suele recordarlo
muchas veces?

-Esas cosas nunca se olvidan. Silvio me consiguió
dos torneos en España, uno en Elgoibar y otro en
Oviedo. Y nos vinimos para aquí. Yo tenía 16
años. Fue un viaje muy largo, de unos 4.000
kilómetros porque entonces no se podía cruzar Yugoslavia.
Íbamos en un viejo Citroen BX. La verdad es que
pasamos mucho frío y mucho cansancio, sobre todo
Silvio que iba al volante y conducía desde las
siete de la mañana hasta las diez de la noche. Yo
iba como un zombie.

El largo viaje

-¿Cómo le fue en Elgoibar?

-Bien. Quedé segundo y me quedé a un punto de
conseguir la norma de Gran Maestro, pero fue una
gran experiencia. Tengo muy buenos recuerdos. Me
acuerdo del hostal en el que dormíamos, de la plaza
del pueblo, de la gente hablando en vasco, de la
sangría... Además, en Elgoibar me tocó la lotería
porque el árbitro del torneo le dio un teléfono a
Silvio para ver si me daban plaza en un torneo
que iba a celebrarse en Canarias. En principio,
nuestro plan era ir a Oviedo a unas rápidas, pero
cuando me dieron plaza en Canarias no lo dudamos.
Allí conseguí la norma de Gran Maestro.

-Y allí inició su legendario periplo por España.
25.000 kilómetros jugando torneos y más torneos.

-Sí, jugué todo el circuito. Me acuerdo que gané
6 torneos seguidos: Benidorm, Orense, San
Fernando, Jerez de la Frontera, Santa Marta... El sexto
no me acuerdo. Para mí fue muy importante. Subí
muchos puntos Elo y conocí a gente que me ayudó
mucho. Me gustaría que cites a Miguel Ángel Muela,
el presidente de la Federación Vasca, a Josu y
Juan Carlos Fernández, a Andoni Madariaga, a César
Pérez... Seguro que me olvido de alguien.

-¿Le marcó aquella experiencia?

-La vida de un jugador de abiertos es un poco
bohemia. Pero lo nuestro era distinto. Nosotros
éramos muy serios y ambiciosos. Nuestra idea era
subir de nivel y salir de los 'open'. Y trabajamos
mucho para conseguirlo.

-¿La idea era llegar hasta el top 10?

-No, no. Yo no esperaba llegar donde he llegado
ni de coña. En aquella época me hablaban de
Kasparov y de Karpov y me parecía que estaban en otra
galaxia.

-Quizás Silvio confiaba más en usted que usted
mismo.

-Es posible. Desde luego, Silvio es más ambicioso
que yo. Es el que me mete caña.

-Vamos, que sin él trabajaría menos.

-Seguro. A mí me cuesta mucho estar solo. Para mí
es fundamental entrenar con otra persona. Para
mejorar entrenando solo tienes que ser un fanático
del ajedrez y yo no lo soy.

-Dice que no es fanático...

-No, no lo soy. A mi me encanta el ajedrez. Me
encanta poner Internet y ver las partidas on-line.
Pero no soy un fanático. No lo soy en el sentido
de que no vivo obsesionado por el ajedrez.

-No es de los que sueña con aperturas y jugadas.

-Exactamente. Pocas veces sueño con partidas.

El dedo en la llaga

-¿Qué hace falta para ser un ajedrecista de
élite?

-No hay una receta. Supongo que hacen falta
muchas cosas: talento, capacidad de trabajo, capacidad
de concentración... Y lo más importante: la
memoria.

-Es usted un jugador muy apreciado por el
público. Se valora mucho su juego, que sea combativo,
inconformista, que no suela ir a las tablas
fáciles.

-A veces me perjudica jugar así. Yo juego para
ganar y a veces arriesgo demasiado. De cara los
espectadores es muy bonito, pero en ocasiones me
hubiera venido mejor ser más conservador porque mis
rivales, sabiendo como soy, me esperan.

-No me dirá que está pensando en cambiar de
estilo.

-No. Como dicen los rusos, el que no arriesga no
bebe champán. Pero a veces igual necesito ser un
poco más prudente para que no me corten la
cabeza. Porque a este nivel, cuando arriesgas demasiado
te cortan la cabeza.

-No hay piedad.

-Al reves. En el ajedrez no hay perdón, estás
obligado a ser cruel. Si ves la más mínima debilidad
en un jugador, tú también intentas aprovecharla.
Todos vamos a poner el dedo... ¿Como se dice? ¿En
la herida?

-En la llaga.

-Eso, en la llaga. Yo el otro día le encontré una
debilidad a Adams y le gané. Pues bien, Kasparov
hizo lo mismo. Fue directo. ¿Pam!

-Kasparov pasa por ser implacable.

-Sí. Kasparov tiene instinto asesino. Para mí,
por ejemplo, Anand tiene tanto talento como
Kasparov. Creo que, objetivamente, lo tiene. Pero
Kasparov tiene más carácter. A Vishy le falta eso. Él
no es un asesino y Kasparov, sí.

-¿Y como anda usted de instinto asesino?

-Me falta un poco. A veces debería ser más
pragmático, jugar con más paciencia y no tanto para el
público.

-¿Pero piensa en los espectadores cuando juega?

-No. Lo que me ocurre es que, cuando veo una
jugada interesante, aunque me de cuenta que es
arriesgada, me lanzo a ella. Y claro, a veces me
complico y pierdo. Debería controlarme más.

-Vamos, que no resiste la tentación de irse a la
aventura.

-Eso. A veces no me controlo.

-De ahí que guste usted tanto a los organizadores
de torneos y a los aficionados.

-Sí. Siento que tengo la obligación moral de
agradar al público.

Entre los mejores

-¿Cómo vive las derrotas? Se lo pregunto porque,
en general, los ajedrecistas suelen sufrir mucho
cuando pierden, como si la derrota tuviera algo
de humillación.

-Para mí no es humillación. Yo no temo perder. Sé
que soy un jugador de superélite, pero también sé
que no soy el único. Hay compañeros que me pueden
ganar. Y lo acepto. En 1999 perdí contra
Kasparov, en Holanda, una de las partidas más bonitas de
la historia. Y no es que me sienta orgulloso de
esa derrota, pero si yo he jugado al máximo y mi
rival ha sido mejor... Tener miedo a perder es una
gilipollez. Los grandes problemas son otros. El
tsunami de Asia, por ejemplo.

-Lleva usted casi una década entre los diez
mejores del mundo...

-Sí, desde 1996. En marzo de aquel año gané un
torneo muy fuerte en Amsterdam. Gané a Kasparov y a
Anand y subí mucho. Desde entonces no he salido
del top 10.

-¿Qué es más duro llegar o mantenerse?

-Las dos cosas son difíciles.Yo tuve una
temporada de crisis. Cuando te metes entre los 10
mejores, te entran dudas. ¿Qué haces? Ir para arriba,
pero arriba está Kasparov. Me veía desorientado,
sin confianza, con la sensación de que había
llegado a mi techo. Ahora lo llevo mejor. Tengo
confianza en llegar más arriba.

-¿Cuál es su objetivo como ajedrecista ¿Puede
aspirar al trono de Kasparov?

-Ninguno de nosotros va a poder hacer lo que ha
hecho Kasparov. Eso está claro. Pero la edad le
pesa. Es cuestión de tiempo ver cuanto aguanta.
Aunque Kasparov haya mantenido el número 1, yo creo
que Anand ha sido el mejor del mundo varios años.
Lo que ocurre es que el sistema Elo beneficia a
Kasparov. ¿Si llegaré a ser número 1? Es muy
difícil, pero me hace ilusión intentarlo.

Noticias y Comentarios Enviados por: Chess México
Los comentarios son propiedad de quien los escribió. Nosotros no nos responsabilizamos de los contenidos.